25 años de la muerte del influyente e innovador Miles Davis | El HuffPost



Miles cuenta en sus memorias, que “la sensación más fuerte que he experimentado en mi vida (con la ropa puesta) fue cuando por primera vez oí a Diz (Gillespie) y Bird (Parker), juntos en St. Louis, allá por 1944”.
Pues bien, Miles además de tocar con ellos, no se estancó en el estilo bop, sino que fue conductor y protagonista en los estilos que lo sucedieron, cool, hard bop, jazz rock, jazz eléctrico, y hasta el rap y hip hop, de tal modo que se puede seguir la historia del jazz, oyendo cronológicamente la música del trompetista.
Aunque era hijo de familia acomodada, su padre era dentista en Illinois, en sus memorias usa un lenguaje vulgar y, entre múltiples anécdotas, cuenta que, como a tantos otros, también la droga y el alcohol le acompañaron, amén de mujeres hermosas, ropa cara y coches de lujo. Su sonido es inconfundible. Utilizaba con frecuencia la sordina y, aunque suene raro o mejor dicho, no suene, también sus silencios eran muy  relevantes, siendo uno de los elementos peculiares de su música.
Tuve la ocasión de verlo, al menos en cuatro ocasiones, Madrid, Sevilla, Granada…,. Recuerdo que conseguí colarme en una rueda de prensa suya en Sevilla. Estaba cerca y dirigió una mirada penetrante a este blanquito tímido que, claro, no abría el pico, y me llegué a incomodar, aunque tal vez fuera cosa mía. Era muy racista el Sr. Davis, aunque uno de sus pianistas preferidos fuera el blanco Bill Evans. Seguro que le asistía la razón cuando, con tanta frecuencia, hablaba de
la rapiña cultural de los blancos.
Por casualidades de la vida, el día en que terminé de leer sus memorias, el 28 de septiembre de 1991, falleció Miles. Me dejó aquello algo tocado. Simple casualidad. Hoy justamente se cumplen treinta años.

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