Glenn Gould era, sin duda, un tipo singular. Y no sólo por sus rarezas, entre las que se encontraban presentarse en los conciertos, ya hiciera calor o frio con mitones, abrigos, bufanda y con una silla desvencijada de madera con alto respaldo y apenas asiento, en la que se sentaba para tocar el piano forzando necesariamente la postura, sino también por su manera de entender la música y de transmitirla a la audiencia. Frente a la opinión generalizada que mantiene que la música en directo es más auténtica y tiene mayor capacidad de transmitir emoción al asistente a unl concierto, Gould entendía justamente lo contrario. Actuó por primera vez en público en 1947, cuando sólo tenía 15 años. Se especializó en la música de Bach, y sus interpretaciones de las “Variaciones Golberg” y de los “Conciertos para piano”, con la Columbia Orquesta Sinfónica dirigida por Bernstein, son consideradas las mas significativas de su obra, aunque también interpretara a Beethoven, Brahms, Schoenberg, Mozar y otros. Dotado de una técnica excelente, pero por su heterodoxia manifiesta fue atacado por los puristas de su tiempo. Se retiró pronto de los escenarios, en 1964, con tan sólo 34 años y se refugió en los estudios de grabación, siendo el primero en aplicar la tecnología digital y como quiera que entendía que con la artificiosidad se obtenía una mayor intimidad e intensidad para transmitir al oyente se convirtió, por su dominio de las tecnologías de la época, en una especie de mago de la fonografía, realizando injertos, mezclas inverosímiles de diversas tomas de grabación, incluso con pianos diferentes, creando efectos sonoros diferentes.. Cuando se le atacaba por ello se defendía diciendo que en si en el cine se hacía, por qué no podía hacerse con la música. Un infarto cerebral acabó con la vida del célebre pianista canadiense, cuando acababa de cumplir los 50 años. Según dicen era un asceta, pero con buen humor. Heterodoxo hasta para eso.
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Un comentario
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Muy bonito piano. Me ha gustado mucho