Sería a finales de los años70 cuando asistí a uno de mis primeros conciertos de jazz. El escenario era el Auditorio Manuel de Falla de Granada, bello lugar, cerquita de la Alhambra. Dentro de la impresión general de aprendizaje, curiosidad y emoción que representaba asistir a un concierto serio de este género, me gustó mucho la interpretación del pianista. Me encandiló su belleza expresiva, la aparente facilidad con la que atacaba las blancas y las negras, y la evocación al piano clásico que estaba presente. Era el pianista de una formación que respondía al nombre de la “Mingus Dinasty”, en homenaje a la obra del famoso contrabjista Charlie Mingus. Ese pianista era Roland Hanna, o mejor dicho, Sir Holand Hanna, puesto que ya el presidente de Liberia le había concedido el título de Sir por los trabajos humanitarios que realizó en ese país . Natural de Detroit (1932) Hanna tocó muy jovencito por los clubes de Detroit, y pronto fue reclutado para la orquesta de Bennie Goodman, a finales de los 50 y de Chalie Mingus. Además de liderar sus propias formaciones ha colaborado con músicos de la talladle los anteriormente indicados asi como con Woody Herman, Mel Lewis, Thad Jones, Ron Cartes, Kenny Burrell, Stepahe Grappelli, Sarah Vaughan, Dee Dee Bridgewater etc. Su forma de tocar combinaba una destreza extraordinaria, con un clasicismo que le hacía conducirse de Chopin a Ellington, con una facilidad pasmosa. Sin embargo, Hanna pertenece al grupo de músicos de gran fáctura y que incomprensiblemente han sido olvidados. La justicia aquí tampoco funciona.
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