Hasta hace unos veinte años la música italiana la tenía circunscrita a la maravillosa Mina, a Celentano, Modugno, Gino Paoli, la Zanicchi, bueno como siga, menos circunscripción habrá, pero creo explicarme y si no, pues mala suerte. O sea, los clásicos de siempre. Al contrario que con los portugueses, de clásicos italianos, llegamos a estar saturados. Algunos, como el malogrado Luigi Tengo, escaparían de esa clasificación.
Digamos que cuando oí a Paolo Conte, colega de profesión, pero mejor y seguro que mejor remunerado músico, se me abrieron las trompas de Eustaquio a otras voces de allí. Y entre ellos, creo recordar que con la ayuda de «Babelia» ( El Pais), a quien pasó a ser » uno de los míos». Recibí con tristeza la noticia de su marcha en el 2016, cuando el cantante tenían 57 años. Hablo del cantante, guitarrista y luchador de causas perdidas, Gianmaria Testa. Cantautor y poeta, al que las palabras sensibilidad y delicadeza le quedan cortas para definirlo. Testa me abrió el camino a Capossela, más gamberro, Fabrizio D’ André, Francesco de Gregori, Giorgio Conte y tantos otros con los que la música italiana recobró interés para el arriba firmante y cobró otro sentido. Intimista, profundo, Testa huía de los grandes escenarios. Amigo era de las distancias cortas. Os ofrezco algunos temas suyos, el primero cantado en francés. Espero que no decepcione a los que no lo conozcan. Lo dicho, Testa es uno de los míos.