Hay conciertos en los que estar sentados equivale a estar encorsetados. Sobran los asientos. El de anoche de la “Fanfare Ciocarlia” en el Teatro Cervantes fue uno de ellos. Esperaba que en el “Moliendo Café” empezara la rebelión de los bailones, hubo algún conato, pero se quedó en conato. Somos sumisos hasta para eso. Con el “Ya Rayah”, el conato fue algo mayor.  Pero ya a partir de “ El Bubumara pasa” se consumó la rebelión. El Cervantes se puso en pie y ya, no solo palmeaba, sino que bailaba feliz.

La “Fanfare Cocarlia”, de la que ya publiqué el 29 de mayo anunciando el concierto, conquistó desde el primer instante a todos. Cierto es que ya había tierra conquistada en los muchos rumanos que había entre el público, pero inmediatamente el resto nos hicimos cómplices explicitos para contribuir a animar la fiesta.

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