En el territorio del jazz, como en casi todos, el machismo ha sido un elemento dominante. De otro lado, es muy frecuente asociar al músico de jazz, su adicción al alcohol, la droga, la vida desordenada y la muerte prematura. Son estereotipos que a veces funcionan, para revestir con un halo romántico a muchos de los actores de esta música, considerada por muchos como la música clásica del siglo XX, y que si bien sus raíces fueron afroamericanas con su influencia europea, es hoy una música universal.
Nuestra protagonista de hoy es el reverso de todo ese estereotipo. Para empezar nació en Londres, en 1.918, fue pianista, compositora, escritora, pedagoga y divulgadora del jazz y presentadora radiofónica y crítica musical. Y además de todo ello, luchadora por los derechos de la mujer en general y en el terreno del jazz, en particular. Trabajadora incansable en todas las facetas, representa justamente lo contrario del malditismo que se suele acompañar a los músicos de este género.
Si bien sus padres, siendo una niña prodigio que tocaba excelentemente el piano con tres años, hacia la música clásica, y asi estuvo hasta los veinte años, a partir de esta edad se inclino por el show bussiness, y sus clásicos de los que aprender eran Duke Ellington, Fats Waller y Teddy Wilson entre otros.
En la segunda guerra mundial amenizaba los descansos de las tropas americanas y fue allí donde conoció a Fred Astaire y al cornetista Jimmy MacPartland con el que se casy marcho a USA en 1945. Si bien se dejó influir inicialmente por clásicos como Louis Armstrong y Eddie Condon, pronto se vio con posibilidades de tocar el be bop., y de ahí a otros estilos psoteriores, como el free, tocando con el mismísimo Ornette Coleman. Las ondas de la radio llamaron su atención y tuvo en antena durante muchos años el programa “Piano Jazz” por el que han desfilado todos los grandes y grabando con Mariam discos memorables en formación de dúo.
Mujer, blanca e inglesa. Condiciones contrarias para abrirse paso en el escenario jazzístico. Marian, con su lucha, con su tesón, y con la defensa de su condición de mujer consiguió superar todas las trabas y hacerse oír y reconocer en todas sus facetas. Murió a los 95 años en Nueva York.