Sixto Rodriguez, nos dejó el pasado martes. Tenia 81 años. El 23.02.22, se publicó en el blog lo que sigue:
Los avatares de la vida artística de nuestro protagonista merecerían una película, y en este caso la tiene en forma de documental: “Searching for Sugar Man”, y fue a través del mismo como conocí su existencia. Me imagino que como otros muchos. De ascendencia mejicana, nació en Detroit en 1.942. Cantaba en tugurios de mala muerte, pero consiguió grabar un par de discos a primeros de los 70, de los que vendió tan sólo seis copias, un fracaso en toda regla. Se ganaba la vida currando en la construcción porque de la música……iba a ser que no. Fue en los 90 cuando su hija a través de internet se entera de que dos tipos sudafricanos, uno dueño de una tienda de discos, el otro periodista, andaban buscando al tal Rodríguez porque en Sudáfrica sí que había obtenido un éxito considerable, a través de copias piratas obtenidas de uno de sus discos que llevó a aquel país una turista estadounidense. En la Sudáfrica del “apartheid” las letras de sus canciones, de contenido social y político, que reflejaban la ruina de su Detroit natal y el desempleo consiguiente de miles de obreros negros y latinos, se habían convertido en un instrumento de lucha de la población negra para acabar con la represión y la situación de esclavitud que sufría en el país africano. Cantantes locales se inspiraron en Rodríguez para encabezar la lucha de la raza negra. Corrían leyendas de que el cantante se había suicidado prendiéndose fuego en un escenario o que, en cualquier caso, había fallecido. Un director de cine sueco, Malik Bendjelloul, visitó Ciudad del Cabo por los años noventa, ya eliminado el “apartheid” y con Mandela en el poder, y entró en la tienda de discos y el dueño, de apellido Sengerman, pero al que apodaban “Sugarman”, precisamente por la canción, le descubre a Rodríguez y las leyendas que sobre él discurren. Es entonces cuando el disquero, el periodista y el cineasta emprenden la búsqueda del desaparecido por los Estados Unidos, el director de cine con la manifiesta intención de rodar un documental sobre el artista. Esa búsqueda dio sus frutos gracias a la hija del cantante, y convencen a Rodríguez para que viaje a Sudáfrica donde da conciertos multitudinarios descubriendo que en ese país era más conocido que el propio John Lennon o que Bob Dylan. También dio conciertos en Australia, donde por no se qué circunstancias era reconocido, se reeditaron sus discos, se grabó el documental al que ya me he referido, y conoció el éxito relativo en su país y en medio mundo. Un glaucoma le fue apartando de su corta vida por los escenarios y, según parece, vive actualmente apartado del mundanal ruido en su modesta casa de Detroit. El director de cine se suicidó más tarde víctima de una fuerte depresión.