De alguna manera y de ahí, el título de esto que no sé bien lo que es, ni cuánto durará, ni incluso su porqué, los temas que escojo para cada ocasión, han dejado un surco en la vida del arriba firmante. No son nada rebuscados, me surgen de un día para otro y punto.
No quiere decir que todos respondan o fueran fondo musical de vivencias concretas, pero ya sea por sus intérpretes, ya por lo que su música me ha transmitido, o por recordarla en una época o identificarla con situaciones vividas, y no necesariamente en el terreno de las relaciones afectivas, pues sí, las recuerdo especialmente y dejaron su huella. Creo que la música es el camino más eficaz para la evocación y también, ! me cachis!, para la melancolía.
Los locos de la música que somos legión podríamos colgar muchas canciones que respondieran a esos, llamémosle parámetros.
Cuando se oyen coplas en nuestro idioma, mayor es el riesgo de desnudarse, pero pronto empieza el frío. Las canciones responden a una época pasada, forman parte de la vida de cada cual, y la vida actual de cada uno es la suma o el resultado de sus anteriores vidas. Somos hijos de nuestras vivencias, de nuestras etapas pasadas, aunque a veces no nos reflejemos en ellas. Y las canciones son como recordatorios más o menos fieles de esas etapas, de momentos, de personas. Estoy escribiendo sobre eso. Aunque también se puede predicar lo mismo, aunque en menor grado de la literatura leida..
Bueno, corto el rollo. Hoy nos visita una pareja, que he emparejado: ella, una venezolana, con una canción hermosa en su música y en su letra. Os ofrezco dos versiones de la misma, en directo y enlatada.
Su paternaire para la ocasión, al que por cierto, la dama le dedicó todo un disco, es uruguayo. Tal vez sea el compositor uruguayo más grande. La canción, con la que aquí se asoma, cuenta una vivencia personal del cantautor y es igualmente una maravilla: » no hay dolor más atroz que ser feliz…»Le apodaban «el Flaco».