
Cuando el boom de la literatura americana, primeros y mediados de los sesenta, aún era el arriba firmante un mico. Como fui un poco repelente oía hablar de eso del boom, lo asociaba a un tipo con barbas negras, que me presentaban como un coco, que a la sociedad acomodada de la época daba miedo, aunque ese detalle no lo conocían, andaba por Sierra Maestra con un hermoso crucifijo colgado del cuello.
De hecho el boom vino de la mano de la revolución cubana, aunque las detenciones de intelectuales y poetas cubanos, como Heberto Padilla, desencantado de la revolución cubana y encarcelado por Fidel Castro, provocó que algunos intelectuales de todo el mundo, entre ellos Cortázar y Vargas Llosa se pronunciaran contra aquella.
Con la adolescencia empecé a interesarme por otro tipo de literatura, Salgari, Julio Verne, Daniel Defoe, Walter Scott fueron poco a poco abandonados y su terreno, sobre todo ya en etapa universitaria lo empezaron a ocupar gentes como García Márquez, Julio Cortázar y Vargas Llosa. Estoy hablando ya de los setenta y cualquier progre que por tal se tuviera, necesariamente debería saber quiénes eran esos tipos y por supuesto, había que leerlos.
Me gustaron mas Gabo y Cortázar que Vargas Llosa, que nos dejó ayer. Del hispano-peruano recién fallecido, recuerdo haber leído muy jovencito, “Los Cachorros”, “Los Jefes” y el que más me impactó, por las similitudes con lo que estaba viviendo en esos años, “Conversación en la Catedral”. Mucho mas adelante me enganchó la lectura de “La Fiesta del Chivo”:
“La luna, redonda como una moneda, destellaba escoltada por un manto de estrellas y plateaba los penachos de los cocoteros vecinos que Antonio veía mecerse al compás de la brisa. Éste era un bello país después de todo, coño. Lo sería más después de muerto ese maldito que lo había violentado y envenenado en estos treinta y un años más que en todo el siglo que llevaba de República la ocupación haitiana, las invasiones españolas y norteamericanas, las guerras civiles y las luchas de facciones y caudillos, más que todas las desgracias-terremotos, ciclones-que se habían abatido contra los dominicanos desde el cielo, el mar o el fondo de la tierra. Lo que él no podía perdonarle era, sobre todo, que así como había emputecido y encanallado e este país, el Chivo también había emputecido y encanallado a Antonio de la Maza.”
Vargas Llosa se fue decantando hacia el neoliberalismo y, tal vez, por ello no gozó de la simpatía de la izquierda. Sin embargo, ello no debe ser óbice para reconocer sus méritos como gran escritor en lengua castellana.