
Omisión imperdonable, que ahora subsano, no haber publicado nada de este pianista, nacido en Pensilvania en 1.905, de familia de músicos que se decantó por el piano, y que desde muy joven tocaba en la iglesia baptista para después tocar en lugares mas profanos como erann los clubes de Pittsburgh, antes de trasladarse a Chicago. Allí tocó en el Sunset Café, uno de cuyos socios era un tal Al Capone, que imponía a los músicos “la regla de los tres monos: no ves nada, no oyes nada, no cuentas nada.
El conocer a Louis Armstrong cambió la vida de Hines porque “Sachtmo” no dudó en integrarlos en su banda formando parte de sus proyectos de Hot Five, Hot Seven o en sus All Stars, incluso como director musical. Armstrong y Hines hablaban el mismo idioma musical, la estridencia, la modernidad rompedora para su época de ambos, hacia que se retroalimentaran mutuamente. Hines decía que tocaba el piano cual si una trompeta se tratara.
También el bueno de Hines formó sus propias bandas, resistiendo en la era del swing, aunque después en algunas de ellas tocaron gente como Charlie Parker o Dizzy Gillespie.
Tras una época de ostracismo volvió en los años sesenta, girando varias veces por Europa, incluso por la URSS., pero el éxito de su primer concierto asustó a las autoridades del Kremlin que consideró peligrosa esa música y canceló la gira.
Earl Hines falleció pocos días después de un concierto en San Francisco, o sea, que murió con las botas puestas, a punto de cumplir los ochenta.
Por su forma de tocar, con concurso notorio de ambas manos, tuvo una notoria influencia en el desarrollo del pianismo en el jazz, por lo que se le considera el “Fatha”, el padre del jazz moderno en cuanto al piano se refiere.
Earl Hines es un pianista que me gusta mucho, muy avanzado en su época. Tiene un disco con Paul Gonsalves que me encanta, su título es «It don’t mean a thing if It ain’t got that swing!». El saxofonista Paul Gonsalves es uno de mis preferidos, adoro su sonido y el alma que imprime a su tenor. Disco altamente recomendable.