Hoy toca hablar de swing y cuando de swing se trata hay una figura, que no puede olvidarse. Fundamentalmente clarinetista y director de orquesta, Benny Goodman, nacido en Chicago en 1909, se fue figurando en su bulliciosa ciudad, en sus clubs y en sus barcos y en 1928 ya estaba en La Gran Manzana, donde Broadway lo acogió fervorosamente desde el principio. Supo desbordar el dixieland y tuvo éxito, con su virtuosismo al clarinete, tanto al frente de pequeños combos, como dirigiendo su gran orquesta. Fue Fletcher Henderson su principal arreglista y Gene Krupa uno de sus principales bateristas.
El » rey del swing» se enfrentó a la segregación racial incorporando músicos de raza negra a sus formaciones siendo los casos de Teddy Wilson, Lionel Hampton y Charlie Christian los más significativos. Trabajaron con él músicos tan relevantes como Lester Young, Stan Getz, Phil Woods y un largo etcétera. Recibió influencias, entre otros, de Sidney Bechet, pero adquirió una forma personal de tocar por su velocidad en el toque y por su preciosismo. Su exaltación del swing sedujo a los aficionados al baile e impulsó el jazz y no solo el jazz para blancos, como muchas veces se ha dicho. Influyó decisivamente en el estilo de las orquestas de los hermanos Dorsey y de Glenn Miller. Grandes cantantes como Ella Fitzgerald, Peggy Lee, Helen Este… fueron arropadas por la orquesta liderada por el bueno de Goodman.