Un artista militante de los de verdad, y en tiempos en que era meritorio serlo, fue, sin duda, Ovidi Montllor. Se inició como actor en grupos de teatro independiente. También el cine conoció de su talento aunque, salvo en ‘Furtivos» de Borau, que recuerde, más en papeles secundarios. Su irrupción en la música se produjo al conocer a Quico Pi de la Serra y a Toti Soler y fue Raimon el que le animó a entrar en los estudios de grabación. Aunque alicantino de Alcoy, fue miembro destacado del movimiento conocido como la «Nova Canco» ( con cedilla), catalana.
Con ese aire tímido e incluso tristón, tenía un gran sentido del humor, lo que pude comprobar personalmente en una actuación en el crucero del Hospital Real de Granada, escenario extraordinario, en aquellos años setenta, de tantos acontecimientos culturales, con su carga política antifranquista implícita o explícita que reunían, cuando nos dejaban, a más de dos mil estudiantes. Iba acompañado, como en tantas otras veces, del guitarrista Toti Soler.
Nacido en 1942 en el seno de una familia de clase obrera, trabajó desde muy joven en muchos oficios, antes de que se descubriera su faceta artística. Nos dejó con 53 años de un cáncer de esófago, en el año 1995.
Cantó musicando a poetas como Estellés, Salvat Papasseit y Pere Quart, pero también compuso las letras de sus canciones, dejando huella de su sello irónico y tono burlesco que imprimía, frecuentemente a su obra.