Theo Croker, música eterea.

Theo Croker on "JAZZ IS DEAD" | NBHAP

Me considero un tipo con las orejas abiertas en esto de la música. Quiero decir que tengo inquietud por conocer cosas nuevas, nuevas experimentaciones. Sí soy exigente en el sentido de esperar que la música me transmita algo.

            Desafiando a la tromba de agua anunciada que después no se produjo, tomé la carretera hacia Málaga, sin que me cayera una sola gota de agua ni en mi paseo hasta el Cervantes, debidamente pertrechado con chubasquero y paraguas, y con la esperanza de asistir a un concierto novedoso y atractivo y con ese cosquilleo que me atrapa en el estómago en los prolegómenos

            El Cervantes presentaba algo más de media entrada. El agua asusta a los malagueños, pensé, o Croker no ha convocado a demasiados aficionados.

            Cuando se tienen muchas expectativas es más fácil acabar algo defraudado, y eso me pasó a mi.

            Crocker con su trompeta y su mesa electrónica de efectos, y sección rítmica clásica. La sección rítmica me pareció excelente, perfectamente acoplada, eficaz, y lástima que no tuviera mas protagonismo. Crocker anduvo mucho tiempo mas pendiente de la mes que de la trompeta, lo cual empezaba a aburrirme, porque tampoco el resultado me convencía demasiado, ni tampoco devenía novedoso.

            Crocker es un buen trompetista, tuvo por maestro a Donald Byrd y su vocación era herencia de su abuelo, el venerable trompetista Doc Cheatham; pero su concierto no me transmitió gran cosa, aunque el público malagueño´, siempre tan agradecido, le tributó una ovación y sin mucha convicción pidió un bis, que Croker accedió a ofrecer con rapidez.

  Dice Croker que hace música espiritual, cósmica, electrónica, soul cósmico….Para mí todo etéreo, frio y su toque era lento y plano. No dudo que sea un virtuoso.

            Pero para espiritual y cósmico ( Interstellar Space), me quedo con Coltrane, del que por cierto AMAJAZZ organiza un Audioforum el próximo martes a las 19,00 en la RitmoTK.

            Cuando el concierto acabó, sin cañas de por medio, me dirigí al parking, cuando salía de él llovía con fuerza y la lluvia me acompañó hasta el Rincón, ya más suave. Escuchaba “La música callada” de Mompou.

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