Para aquellos que aún asocian al jazz con la imagen del músico atrapado por el alcohol y las drogas, autodestructivo y de vida corta, en la figura de Tony Fruscella tienen el terreno abonado, ya que este trompetista neoyorkino nacido en 1.927 y fallecido a los 41 años, es el arquetipo del músico maldito.
Solo permaneció en el escenario hasta los veintiocho años, después desapareció y poco más se supo de su existencia. Por tanto, pocas grabaciones hay de él. De hecho es un auténtico desconocido, aunque llegara a tocar con grandes como Lester Young, Phil Woods, Stan Getz o Gerry Mulligan.
Se le encuadra en el estilo cool, y su sonido está a medio camino entre Miles Davis y Chet Baker. Pienso que está mas cerca del segundo que del primero. A veces prolonga el fraseo de forma muy particular e igualmente arranca una especie de ronquido a la trompeta que también le confiere personalidad. En muchos de sus temas se advierte una llamada a la melancolía y por supuesto, seduce en sus tiempos lentos, desde la delicadeza, creando climas de cierta tristeza.