Uno de los primeros recuerdos de mi infancia, ya conté el de la primera vez que vi el mar, está vinculado al sarampión que agarré en la primavera de no sé qué año, si el 57 o 58, pero por ahí, por ahí. El día de la Cruz se celebraba entonces mucho en Rute, había una especie de carrera ciclista, y aquel año me encontraba postrado en la cama, todo coloradito, cuando transcurrió esa fiesta. Según mi madre pasé un sarampión duro, y llegaron a temer lo peor. En la mesita de noche había una radio y me entretendría oyéndola. Según me contaba mi madre la primera sonrisa que esbocé en aquella situación fue a raíz de escuchar las vocecillas pituferas que suenan en el tema de Renato Carosone, ya entradillo el mismo, que os cuelgo por aquí. No sé que me parecerían esas vocecillas, pero el caso es que el niño sonrió, y eso fue interpretado como el comienzo de una mejoría, como así imagino que resultó.
Viene todo esto a cuento de que la radio ha jugado y juega un papel importante en mi vida. Hasta que tuve nueve o diez años la televisión no entró en casa, mi padre no era muy partidario de la misma, porque decía que acabaría con el diálogo en la familia. No le faltaba razón. Antes cuando querría ver algún partido iba a casa de mi abuela o al Casino. Igual cuando quería ver mi serie favorita “Sugarfoot”, que trataba de un vaquero, Tom Bruster, que estudiaba leyes, bebía zarzaparrilla y era buena gente.
Cuando no había tele la radio estaba muy presente en mi casa. La canción española, la copla y también el flamenco ocupaban gran parte de la programación. Entonces había muchos programas de canciones solicitadas y dedicadas. . La música foránea llegaría, entre otros, de la mano, o mejor de la voz de Rául Matas, aquel chileno que en la SER presentaba “Discomanía” y después en TVE, “Cancionero” y algún que otro programa. Recuerdo escuchar el “Carrusel Deportivo”, la voz de Vicente Marco y el “Marcador simultáneo Dardo”, que identificaba cada partido con un producto comercial, y daban el nombre del producto y el resultado del partido. A mi aquello no me gustaba nada, porque no siempre identificabas el partido con el nombre del producto y a veces tardaban en decir cómo iba mi Real Madrid: Cuantas veces había centrado Gento y chutado D. Alfredo Di Stéfano o “Pancho” Puskas a gol…. (Tabletom dixit) .Había otro programa desde Radio Sevilla, sobre los diálogos de un tío sevillista, “Don Pepe”, y un sobrino bético, “el sobrino”, “Don Pepe y su sobrino”, que se emitía creo que los lunes sobre las 3 de la tarde. Todavía me acuerdo de la sintonía. Bueno y Radio Atalaya de Cabra con el omnipresente Paco Carmona, o aquella experiencia en Rute que se montó con fines benéficos y que se llamó “Radio Proviviendas”. Los más viejos del lugar tal vez se acuerden. También, pero a esto no me aficioné, había radionovelas, y se radiaban obras de teatro interpretadas por el cuadro de actores de Radio Madrid. ¡ que tiempos¡
Más tarde, la voz susurrante de Ángel Álvarez, “Vuelo 605”, me abrió las orejas a músicas raras que resultaron ser soul, blues y jazz. Después, mas mayorcito, cuando me fui aficionando a esta última música rara escuchaba a Paco Montes, “Esto es jazz”, a quién me presentaron en un Festival de Jazz de Vitoria, y al que después fue amigo, Juan Claudio Cifuentes, “Cifu” para los amigos. En fin, esta es otra historia.
Esto es, y por aquí termino, aunque amenazo con volver sobre el tema, la radio ha sido una compañera fiel en la vida del arriba firmante, y lo sigue siendo. Os coloco algunos temas de aquella época de mi infancia, que se escuchaban con frecuencia en las Marconis, marca por antonomasia de ese aparato tan entrañable. ¡Para ya, abuelo Cebolleta¡.
Pues no amenaces, Miguel. ¡Sigue la saga!