Los años de infancia y adolescencia marcan toda la vida y los amigos de entonces, aun con las evoluciones diferentes de cada cual, son siempre tus amigos, aunque pase el tiempo sin verlos. Así lo siento yo. Por el grupo de amigos de bachillerato de wasapp, he sabido hoy de la muerte de un compañero. Él no estaba en el grupo, su primo Juan, sí y es el que ha dado la triste noticia. . Con otro compañero de pupitre, desgraciadamente también fallecido hace ya unos cuantos años, formamos, durante un cierto tiempo, una especie de trío, espacio en el que compartíamos no sólo las desdichas o los éxitos de la clase, sino también los fines de semana, los celtas o los bisontes, tanto daba, las copillas que ya tomábamos, nos contábamos las chicas que a cada cual les gustaba, en fin, éramos cómplices de la revolución de nuestras hormonas y cómplices leales de nuestras vidas de entonces. Y aunque como decía Neruda “Nosotros los de ayer ya no somos los mismos”, sabíamos que estábamos ahí.
Pepe Rabasco fue el primero en irse, hace ya algunos años, como ya he dicho. Cuando nos encontrábamos en Rute, donde vivía, siempre echábamos un rato de charla y algunas risas. Hoy he sabido de la marcha de Juan Antonio Unquiles, el otro compañero del trío. Vivía en un pueblito cercano a Madrid, no recuerdo ahora el nombre, hablábamos por teléfono, de vez en cuando, supe de sus avatares y él de los míos. El 11 M estuvo a punto de sufrir la pérdida de un hijo, Iba a subir a uno de los trenes. Me contó como vivió el drama. La última vez que lo vi en Rute, con ocasión de unas fiestas del Carmen, fue una sorpresa, Yo estaba en el balcón con mi madre y, entre el gentío, una mano me saludaba. Baje inmediatamente y el abrazo nos animó a volver a vernos al día siguiente, Recordamos los viejos tiempos, como no, y nos pusimos al día. Juan Antonio era un tipo entrañable, y como decía Manolo Alexandre en “Atraco a las tres”, “ en chiquito tenía su público”. Para nada soy alto, pero Juan Antonio, más bajito, era todo un dandy. Descanse en paz.
Como decía la sevillana: cuando un amigo se va, queda un tizón encendido que nadie puede apagar. Te acompaño en el sentimiento de su perdida.
Gracias Mari Carmen. Supongo que lo conocerías, de joven vivía por tu barrio