5 estilos de tango argentino

Recuerdo, no sin cierta melancolía, las noches veraniegas de mi infancia, en las que mis padres nos animaban a dar un paseo por la carretera, y allá que íbamos todos. En las zonas más oscuras mirábamos a las estrellas y veíamos la Osa Mayor o Carro, la Osa Menor, Venus…, y a la vuelta, siempre andando despacito, era frecuente que mi padre se arrancara a cantar tangos. No era Gardel, pero no lo hacía mal. Así empecé a oír el drama de la madre que pierde a sus hijos en el campo de batalla, o sea “Silencio”: “silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa…..”, “Melodía de arrabal”: “Barrio plateado por la luna, rumores de milonga, es toda su fortuna”, y también “Yira, Yira”, “Volver”, “Caminito”, “Tomo y obligo”…. Alguna vez cantaba alguna ranchera como “Me cansé de rogarle”.

El tango lo tenía personalizado en Gardel, y tal vez su voz sea por la primeramente oída, la que más me embauca y me emociona. Después conocí a Carlos Acuña, a Libertad Lamarque y sobre todo al “Polaco Goyeneche”, a la orquesta de Aníbal Troilo, de la que surgió el que revolucionara el género: Astor Piazolla.

El tango – muchas de sus letras, como las del blues, son el lamento de un cornudo, como decía mi padre, – trascendió sus propios contornos y hasta el Jazz llamó a su puerta: el saxo barítono  Gerry Mulligan, que grabó con Piazolla “Summit”, el vibrafonista Gary Burton, que grabó igualmente con Piazolla “Nuevo Tango”, el acordeonista Richard Galliano…. Hay caminos paralelos entre uno y otro género.

En la revista nacional “Más Jazz” de la que fui colaborador en su primera etapa, comenté el disco de Gary Burton “Astor Piazolla Reunión”, que es un encuentro entre el vibrafonista y el quinteto del desaparecido bandoneista. El milagro de la electrónica permite que, en el último tema del disco “Mi refugio” que interpretaba siempre  el argentino en solitario, se produzca el encuentro entre el bandoneón y el vibráfono en un diálogo virtual que emociona. Y es que, como terminaba aquel comentario del disco: “Suena un bandoneón …. y la emoción acude presta a la convocatoria”.

“ Eche amigo, nomás, écheme y llene

Hasta el borde la copa de champán

Que esta noche de farra y alegría

El dolor que hay en mi alma quiero ahogar

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