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Gigante por su estatura, y también como pianista, compositor, arreglista y, por supuesto, como persona. Quizás sea el músico que más haya estudiado y más haya sido influido por el legado cultural, musical y y humano de África. Vivió en Marruecos durante bastantes años, concretamente en Tánger y Marrakech, y se impregnó de la espiritualidad de la música de los gnawa. Aquí en Málaga actuó con los gnawa que danzando y haciendo tocar las qarkabas, una especie de castañuelas de hierro, propias de Marruecos, dando lugar a un concierto memorable y singular. Fue en el Festival de 1995. Lo disfruté también en Granada, y Sevilla, sólo y en compañía del saxo alto y flautista Talib Kibve., respectivamente. Lo conocí personalmente y recuerdo su bonhomía, su sentido del humor y su amplia sonrisa. A pesar de, o tal vez por haber vivido en Marruecos, se emocionó visiblemente cuando divisó la costa marroquí, desde los montes de Málaga, un día luminoso de aquel noviembre de 1995. Allí estaban también George Cables y Malik Yakub, igualmente emocionados. Randy Weston que no conocía la Alhambra, estaba obsesionado por visitarla obviamente habló maravillas de ella, cuando finalmente la visitó. Quedó impresionado también por el Corral del Carbón, granadino, donde estuvimos la noche del concierto de Granada.
Randy, alumno aventajado de Thelonious Monk, tiene un sonido inconfundible. En su música, además de África está muy presente el blues y es muy habitual en sus interpretaciones el uso de la mano izquierda asumiendo un papel más allá de la de mera acompañante de la derecha. Sus tonos graves son inconfundibles.
Aquel festival de 1995 que acabó el 4 de noviembre, con el concierto de Randy, tuvo una secuela fantástica: Al día siguiente era el 41 cumpleaños de Javier de Cambra, su director, crítico musical y amigo mío. En un salón del Hotel Larios, donde se hospedaban los músicos, se le montó a Javier, improvisadamente, tratándose de jazz es lo que tocaba, una pequeña fiesta. Alguien llevó una tarta, otros compramos cava. Había allí un magnífico piano y George Cables tocó el cumpleaños feliz, y otros temas. Javier Colina se animó y subió a su habitación a por su contrabajo. Randy también se sentó al piano. Y todo resultó mágico. Y en eso consistió el almuerzo, porque se hizo muy tarde: jazz, tarta, cava y la magia de esos instantes irrepetibles.
Entre copa y copa hable un buen rato con Ebbe Traberg, aquel crítico de jazz, poeta, periodista, viajero y muchas cosas más, danés de nacimiento, pero madrileño, gallego y riojano de adopción y también enamorado de Málaga. Fue la última vez que lo vi. Murió al año siguiente y la Asociación de Amigos del Jazz de la Costa del Sol le organizó un homenaje en el que intervino Jorge Pardo y el Trio Milestones en el Conservatorio María Cristina. También fue aquella noche, una noche mágica.
Volviendo a nuestro protagonista, Randy Weston falleció en Brooklyn, en 2018.
Ya tenía 92 años. Pero estuvo activo hasta el final. Murió con las teclas puestas. Aquí os dejo dos muestras de su arte!