Jazz sin John Birks Gillespie no es jazz, al menos desde los años cuarenta en adelante. Cuando a primeros años de aquella década, este trompetista innovador de Carolina del Sur conoció en Kansas City, a un saxofonista local que tocaba raro, como él, superando el estilo swing, propio de las big bands a las que el crack del 29 aniquiló, se reconocieron mutuamente como creadores e impulsores de algo nuevo. Algo que estaba naciendo en diferentes sitios y que cristalizó en el “Minton’s Play House”, un club “afther hours” neoyorquino al que algunos músicos acudian después de tocar en los clubes en los que estaban contratados. Allí se plasmó el be bop, ese estilo frenético y nervioso, producto de la época en la que se estaba viviendo y del que Dizzy Gillespie y el saxo alto de Kansas, Charlie Parker fueron sus máximos exponentes. Pero también estaban Charlie Christian, Thelonious Monk, Kenny Clarke y hasta, si me apuran, Lester Young y algunos más, como Bud Powell. Las big bands iban muriendo como tales, el swing tradicional languidecía y el bop tomó el relevo. Todo se comprime. Todo lo que se sobreentiende se deja fuera. Se tocaba ya en los combos, formaciones de cuartetos o quintetos, aunque Dizzy se formó en las big bands, la de Cab Calloway, entre otras y fue líder de otras propias, si bien sin la estabilidad de las de antaño, aunque con la ayuda estatal, recorrió el mundo entero con algunas de ellas, siendo el mejor embajador de su país. Dizzy Gillespie, ese tipo “dizzy”, divertido, además de trompetista genial fue un gran compositor. A él le debemos “Night un Tunisia”, “Groovin’ hight”, “Con Alma”, y otras muchas, hasta “Manteca”. Lo conocí en Granada, cuando se estrenó la película “Invierno en Lisboa”, basada en la novela homónima de Muñoz Molina. Película en la que Gillespie participó. Película fallida, bajo mi punto de vista. Dizzy participó en muchas batallas. Imbuido en las raíces africanas se alió con la música cubana, con la orquesta de Machito, entabló una entrañable amistad con Chano Pozo, y de ahí nació una música percusiva universal. También coqueteó con la Bossa. Dizzy, ese tipo divertido, de la trompeta extraña, de la trompeta torcida. Accidentalmente le pisaron su trompeta normal, en una fiesta de cumpleaños de Lorraine, su sweet mujer. Le gustó el sonido de la trompeta torcida y ya le fabricaban trompetas torcidas, especialmente para él. Aunque parece ser que desde hacía 150 años antes se habían construido trompetas similares. !Nada nuevo bajo el sol! Salvo el be bop. Dizzy, grandes mofletes, Gillespie, gran genio. |